viernes, 5 de octubre de 2012

¿TIENEN IMPRIMATUR Y NIHIL OBTAT LOS LIBROS PARA QUE SEAN CATÓLICOS ?





¿TIENEN IMPRIMATUR Y NIHIL OBTAT LOS LIBROS PARA QUE SEAN CATÓLICOS ?

Un Imprimatur es una declaración oficial por la jerarquía de la Iglesia Católica de que una obra literaria o similar está libre de error en materia de doctrina y moral católica, y se autoriza por lo tanto su lectura por los fieles católicos.

[editar]Naturaleza y uso

Se suele usar el imprimatur en las obras directamente relacionadas con la doctrina y la teología católicas. Fue introducida en orden a reducir la exposición de los fieles, especialmente los legos o laicos, a las herejías. La presencia del imprimátur fue en tiempos un asunto muy serio para los católicos. De hecho en países de régimen político oficialmente católico nada podía ser publicado legalmente sin el Imprimátur, en lo que constituía una forma de censura previa. Actualmente el tema ha perdido importancia.
Actualmente no es obligatoria la solicitud del imprimátur más que para libros específicamente religiosos, tales como ediciones de las Escrituras, del catecismo o libros de oraciones, o aquellos que deban ser distribuidos en templos y oratorios. También aquellos que vayan a ser empleados en la enseñanza, siempre que su contenido sea relevante para la fe y las costumbres. Para esas materias persiste también la obligación en los miembros de institutos religiosos, de solicitar y obtener la aprobación (Imprimi potest) del superior que corresponda.
El imprimátur puede consistir en hasta tres sellos aprobatorios, cada uno firmado y fechado:
  • Imprimi potest (en latín, “puede imprimirse”). Si la obra lo es de un miembro de una orden religiosa, este sello indica que el escrito ha sido examinado y aprobado por el superior mayor o cabeza de la orden (o alguien debidamente nombrado por él al efecto).
  • Nihil obstat (en latín, “nada se opone”). Este sello indica que la obra ha sido escudriñada y aprobada por el censor de la diócesis sin encontrar en ella ningún error doctrinal o moral. El censor suele ser un sacerdote educado, nombrado por el obispo. Su tarea implica la interacción con el autor hasta asegurarse de que éste haya corregido su obra de acuerdo con las indicaciones recibidas. Los autores pueden elegir someter su obra al obispo de la diócesis donde residen, en lugar del de aquella donde se pretende darla a la imprenta.
  • Imprimátur (en latín, “imprímase”). Este sello final indica que la obra ha sido aprobada para su impresión por el obispo de la diócesis u otra autoridad eclesiástica.
Estos sellos y firmas son impresos en tipografía normal en una página al principio del libro, no se trata de sellos o firmas estampados aparte, pero toman la forma de una firma en un documento legal, con el nombre de la autoridad, el lugar y la fecha.
El imprimátur no se aplica automáticamente a las versiones posteriores de la misma obra, sino que cada nueva edición requiere una aprobación propia. Además el imprimátur puede ser revocado si, después de un nuevo examen, se aprecian en la obra errores morales o doctrinales.
La norma católica vigente en esta materia es un decreto disciplinar de la Congregación para la Doctrina de la Fe titulado abreviadamente Ecclesiae pastorum (Decretum de Ecclesiae pastorum vigilantia circa libros) de 19 de marzo de 1975.

fuenteWikipedia 


Podemos imaginarnos "el laberinto mental" sobre cuantos fieles católicos corren el riesgo cuando leen "libros" de espiritualidad dudosa y la creen "maravillosas". Muchos teólogos abusan de esta libertad canónica dispensada por la Iglesia. Mejor buscar libros espirituales que estén sellados por la legítima autoridad eclesiástica.   

Más información sobre el tema 

LA LAMENTABLE ABOLICIÓN DEL IMPRIMATUR

Al amparo del Decreto del 15 de noviembre de 1966, publicado en el "ACTA APOSTOLICA SEDIS" el 29 de diciembre del mismo año (Vol.58 numero 16), el contenido de cualquier libro no requiere Censura Eclesiástica por haber sido derogado por Su Santidad el Papa Paulo VI, mas precisamente por el canon 1,399 del Derecho Canónico.
Contrariamente a lo que la Iglesia Católica dispuso a fines del siglo XIX, condenando con la excomunión, la lectura de todo material contrario a la fe católica, el concilio Vaticano II insta a analizar cualquier tipo de texto y "quedarse con lo bueno". El pequeño detalle es que de esa manera, cualquiera puede publicar cualquier cosa en materia de religión, incluso diciendo (por delirio o malicia), que le fue revelado privadamente por el Espíritu Santo, y la Iglesia considera lícito que nosotros, la feligresía lisa y llana, ¡¡¡ Nos pongamos a interpretar tales textos !!!
A partir de la anulación de los Cánones 1,399 y 2318 del antiguo Código Canónigo está autorizada, sin permiso expreso de la Iglesia, y siempre que no contenga nada contrario a la fe y la moral, la distribución y lectura por los fieles de las publicaciones acerca de nuevas apariciones, revelaciones, profecías, milagros, etc. Esto significa que no es necesario el imprimátur para distribuir información sobre nuevas apariciones no aprobadas aún por la Iglesia. En Lumen Gentium, Vaticano II, Capítulo 12, los Padres del Concilio recomiendan a los fieles mantenerse receptivos y atentos a los medios utilizados por el Espíritu Santo para continuar guiando a la Iglesia, incluyendo el medio de la revelación privada. Nos dicen: "..Tales dones de gracia, ya sean de especial esclarecimiento o diseminados de manera más sencilla y general, deben aceptarse con gratitud y consuelo, puesto que son especialmente adecuados y útiles a las necesidades de la Iglesia.. El juicio sobre la legitimidad y el uso correcto de los mismos corresponde a los que guían a la Iglesia y a los que tienen la misión especial de no extinguir al Espíritu sino de examinar todo y conservar lo que es bueno..." Esto es realmente disparatado, puesto que sin una autorización expresa de la Iglesia, vamos a empezar a creer en cualquier publicación de cualquier falso profeta o falso maestro, sin guía, y quizás "llevados de aquí para allá, por cualquier viento de doctrina", o bien "fascinados para no obedecer a la verdad".
Por tanto, hermano católico, ten cuidado con lo que lees, asegúrate que tenga el imprimátur correspondiente, o que haya sido escrito bajo la dirección espiritual de algún buen sacerdote apologista, o caso contrario, somete cualquier texto que te resulte interesante en materia espiritual, a la revisión de tu confesor. Si no crees a una revelación no oficial, no pierdes nada, si crees cualquier cosa no oficial SIN un guía espiritual, te desvías y estás perdido...

fuente : infocatolicos

¿Estás seguro de que el libro que lees es católico?

Martes, 02 de octubre de 2012 11:30 hrs 
Zoila Bustillo
   
¿Estás seguro de que el libro que lees es católico?
• Conoce la importancia de que una obra cuente con el Nihil Obstat y el Imprimatur.
¿Te has preguntado si tu Catecismo o el hermoso libro que compraste en la librería para crecer en tu fe respeta fielmente las enseñanzas de la Iglesia católica? ¿El contenido de alguna obra te está provocando cierta confusión en lugar de ayudar a tu crecimiento espiritual?

Para tener la certeza de que los contenidos doctrinales de la obra que adquiriste realmente están en consonancia con la fe católica, debes cerciorarte de que la publicación lleve dos elementos esenciales: el sello Nihil Obstat y el Imprimatur.

El Nihil Obstat (Nada impide para que se publique) es la aprobación del obispo de la diócesis correspondiente –o de un delegado nombrado por él para tal fin–a una obra que desde el punto de vista moral y doctrinal aspira a ser publicada como católica.

El Imprimatur, por su parte,es la declaración oficial de la Iglesia Católica de que una obra literaria o similar está libre de error en materia de doctrina y moral católica, y por lo tanto se autoriza su lectura para los fieles;éste se otorga después del Nihil Obstat.

El P. Rogelio Alcántara, titular de la Comisión para la Doctrina de la Fe de la Arquidiócesis de México, es responsable de esta labor en la Ciudad de México, y en este sentido explica que “es sumamente importante para un católico que al adquirir un libro vea que lleve estos sellos porque hay muchas obras que se publican con ideas erróneas o confusas, y eso desvía y deforma el contenido de la fe”.

“Esta situación toma mayor relevancia en la actualidad porque, debido a la proliferación de orientaciones religiosas, cualquier persona puede escribir un libro argumentando que ha sido inspirado por el Espíritu Santo, por María Santísima o por algún santo, y se trata de ideas personales con fines, la mayoría de las veces, comerciales”, enfatizó.

El sacerdote explica a los lectores del semanario Desde la fe cómo se obtiene el Nihil Obstat.

–Se otorga luego de que un censor especialista, nombrado por el obispo de una diócesis, estudia a profundidad el texto y determina si los contenidos son acordes con la doctrina universal de la Iglesia; en caso contrario, se hacen las observaciones correspondientes para que el autor realice las correcciones necesarias.

Una vez cumplido este requisito, se hace coteja el primer dictamen emitido con la obra modificada, y al constatar que se han hecho las correcciones señaladas, se otorga el Nihil Obstat, pidiendo al obispo, en el caso de la Arquidiócesis de México al Vicario General, que otorgue el Imprimatur. El documento lleva el nombre y la firma del censor de la obra, es decir, de quien la ha revisado y dado el Nihil Obstat y, en nuestro caso, el nombre y la firma del Vicario General, quien imprime el sello de la Arquidiócesis para dar el Imprimatur. En las obras católicas, estos documentos aparecen en las primeras páginas.
–¿Quiénes lo deben solicitar?

–Todas las editoriales y escritores que publican obras católicas, fundamentalmente quienes deseen publicar catecismos (de todos los grados y niveles; para escuelas, para parroquias, para preparar a los sacramentos, etc.) porque se trata de la enseñanza de la doctrina de la Iglesia, que debe ser expuesta con precisión y de un modo claro, sencillo y pedagógico.

El P. Rogelio Alcántara considera que también debe solicitarse para cualquier otra obra que quiera ser fiel a la fe de la Iglesia, como devocionarios, libros de reflexión, de espiritualidad, de liturgia, de pastoral, de enseñanza bíblica, vidas de santos o cualquier otro género literario que tenga su base en la doctrina católica, su interpretación o enseñanza, y aquellos que conciernen a orientaciones sobre distintos aspectos de la ética o moral aplicadas a la vida cotidiana de los cristianos.
Zoila María Bustillo:
Periodista
http://www.siame.mx/
contacto@siame.mx
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