sábado, 10 de octubre de 2015

EN EL SÍNODO : las luchas por hacer prevalecer la santidad del sacramento del matrimonio

De un lado y de otro, luchan los primeros por hacer prevalecer la dignidad y santidad del matrimonio, y por el otro degradarlo con "sutiles cambios" para agradar a los profanos. Ni un paso más, hay que defender la fe. 

Las advertencias están dichas y la Jerarquía bien lo sabe. Sigamos rezando el Santo Rosario para que la luz disipe las tinieblas de algunas autoridades del clero no hagan sucumbir la doctrina de nuestra Sagrada Religión. 


El Sínodo y las “pasiones de ignominia” o “pasiones infames” [1]

21-09-2015 
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DICI es un órgano de información que pretende ser católico. Como tal, detesta abordar temas que San Pablo no deseaba que se mencionaran siquiera entre los cristianos: “Sed, pues, imitadores de Dios, como sois sus hijos muy queridos, y proceded con amor hacia vuestros hermanos, a ejemplo de lo que Cristo nos amó, y se ofreció a sí mismo a Dios en oblación y hostia de olor suavísimo. Pero la fornicación, y toda especie de impureza, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como corresponde a quienes Dios ha hecho santos…” (Ef 5, 1-3).

Mientras que el gran Apóstol forma en sus discípulos a otro Cristo, no puede admitir que haya todavía entre ellos esclavos de las pasiones carnales y del espíritu de concupiscencia: “Porque tened esto bien entendido, que ningún fornicador, o impúdico, o avariento, lo cual viene a ser una idolatría, será heredero del reino de Cristo y de Dios.” (Ibíd. 5, 5).
Sin embargo, el mundo contemporáneo ha vuelto desde hace mucho tiempo a las perversiones más degradantes, olvidando la suerte reservada a Sodoma y Gomorra. [2] Es así como la pederastia, la bestialidad y numerosas otras perversiones sexuales se extienden en las sociedades modernas, a medida que disminuyen el pudor, la fidelidad, la continencia y todas las virtudes capaces de aplacar la concupiscencia.
Contra la ley natural y divina
Frente a los ataques contra el matrimonio cristiano, y ahora contra el matrimonio natural (la unión estable de un hombre y de una mujer en un hogar con el fin de engendrar y educar hijos), la Iglesia Católica recuerda incansablemente la verdad de la moral evangélica: “No queráis cegaros, hermanos míos: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avarientos, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los que viven de rapiña, han de poseer el reino de Dios.” (1 Cor 6, 9-10).
El pecado de homosexualidad es un grave desorden cuyo acto específico es colocado por la Sagrada Escritura entre “los pecados que claman al cielo”, al igual que el asesinato o la opresión de la viuda y del huérfano. Los pecados que claman al cielo son aquellos cuya malicia, y particularmente la perturbación del orden social que provocan, piden, desde esta tierra, una justa venganza por parte de Dios. [3]
Esto demuestra la gravedad del pecado de homosexualidad, sin embargo banalizado e incluso promovido por todo tipo de organizaciones y otros medios de propaganda. Pensemos en las asociaciones “LGBT”, en las películas, modas, marchas y desfiles (“orgullo gay”) que inundan cada año las calles de las metrópolis mundiales.
La Iglesia Católica no escapa a esta presión, que viene del mundo depravado y de sus costumbres corruptas. Hasta ahora, había logrado recordar a la gente el carácter contra natura y la ignominia o infamia de esta clase de pecado. El nuevo Catecismo, en 1992, aún podía escribir, en su número 2357: “Apoyándose en la Sagrada Escritura, que los presenta como depravaciones graves [4], la Tradición ha declarado siempre que ‘los actos de homosexualidad son intrínsecamente desordenados’. [5] Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una complementariedad afectiva y sexual verdadera. No podrían recibir aprobación en ningún caso.”

Profundas divisiones entre los padres sinodales
bruno forte
La preparación del sínodo sobre la familia, paradójicamente, dio una tribuna a los promotores o a los partidarios de la banalización de la homosexualidad. El 13 de octubre de 2014, el Relator general del Sínodo, el Cardenal húngaroPéter Erdö, lo ponía de manifiesto en un documento que se hizo público frente a doscientos periodistas. Titulado Relatio post disceptationem, describía la estima por “los dones y las cualidades” que las personas homosexuales tenían “para ofrecer a la comunidad cristiana” (Relatio, núm. 50). Al rechazar toda asimilación con el matrimonio entre un hombre y una mujer, y debido a las presiones internacionales a favor de la ideología de género (ibíd. núm. 51), ¡el sínodo “toma en consideración que existen casos en los que el apoyo mutuo, hasta el sacrificio, constituye una ayuda valiosa para la vida de las parejas.”! (Núm. 52). Durante esta misma conferencia de prensa, Mons. Bruno Forte (en la foto), Secretario especial del sínodo y presumiblemente autor de los párrafos escandalosos, precisaba: “Pienso que el documento busca aspectos positivos donde se puedan encontrar estos elementos en el seno de estas uniones. Es fácil rechazar una cosa, pero reconocer y valorar todo lo que es positivo, incluso en el seno de estas experiencias, es un ejercicio de honestidad intelectual y de caridad espiritual.”

Así, por vez primera en su historia, la Iglesia por vía oficial predica el acoger a las personas homosexuales como tales. El reto ya no consiste de aquí en adelante en la conversión y el llamado a la penitencia, al combate contra las tendencias desordenadas y pecaminosas, sino en la capacidad “de acoger a estas personas garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades”, mientras que, en la práctica y públicamente, viven en este tipo de vicios.
El escándalo fue inmenso y las reacciones a este informe provisional no tardaron en hacerse oír. Al ser entrevistado en Radio Vaticano, el 13 de octubre, Mons. Stanislas Gadecki, Arzobispo de Poznan y Presidente de la Conferencia Episcopal de Polonia, no tuvo miedo de declarar: “Este documento es inaceptable.” Los Obispos africanos también expresaron su profundo desacuerdo: en Twitter, el CardenalWilliam Fox Napier, Arzobispo de Durban, se opuso firmemente a los artículos sobre la homosexualidad, a lo que el Cardenal Walter Kasper respondió, en una entrevista con periodistas, que los Obispos africanos “no deberían de decirnos qué hacer.” –Unos meses más tarde, el Cardenal Napier debía volver a hablar del desprecio condescendiente del Cardenal Kasper, quien “considera que los Obispos africanos son demasiado sumisos a tabús y demasiado reticentes para abordar la cuestión de la poligamia y del matrimonio de personas del mismo sexo”…
Aun así, el 18 de octubre, el informe final del sínodo se esforzaba por extinguir el fuego utilizando el arte de llegar a un acuerdo. Nos enterábamos de que el párrafo sobre los homosexuales se había sometido a votación, obteniendo 118 votos a favor y 62 de desaprobación. El Padre Federico Lombardi, Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, debía subrayar que, aun si los párrafos “no alcanzaron la mayoría calificada, fueron mayoritariamente aprobados.” Por eso el Papa Francisco mismo había deseado que los párrafos rechazados fueran también publicados, “con el fin de extender el debate.”

Aunque este texto, según el Padre Lombardi, “no es un documento del magisterio ni disciplinario”, el problema sigue completo. ¿Cómo un comportamiento contra natura e intrínsecamente desordenado pudo ser presentado tan positivamente? ¿Cómo un pecado que clama al cielo se convirtió en una “orientación sexual”, capaz de aportar “dones y cualidades” (¿cuáles?) a la comunidad cristiana? ¿Qué significa finalmente este elogio, apenas disimulado, del sentido del sacrificio entre personas homosexuales? ¿Queremos llegar a comparar esta “ayuda valiosa para la vida de las parejas” a la fidelidad y al apoyo de los esposos en el matrimonio? Ésta sería una de esas “comparaciones blasfemas” entre el Evangelio y la revolución que San Pío X denunciaba hace ya más de un siglo. [6] ¿Cómo es que hombres de la Iglesia pueden encontrar valores positivos o temas de edificación en tales vicios, que son otras tantas situaciones de pecado?
Mons. Huonder es repudiado por sus colegas
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El 31 de julio de 2015, un Obispo suizo valientemente hizo recordar la enseñanza moral de la Iglesia en estas materias durante una conferencia titulada “El matrimonio, regalo, sacramento y misión.” Mons. Vitus Huonder, Obispo de Chur, se expresaba en Alemania, en Fulda, en el marco del Foro Deutscher Katholiken. Debido a que tuvo la desgracia de citar la Sagrada Escritura (Lv 18, 22 y sobre todo Lv 20, 13: “El que pecare con varón como si éste fuera una hembra, los dos cometieron abominación; mueran sin remisión: caiga su sangre sobre ellos”), el Obispo de Chur fue objeto de una verdadera “fetua mediática”, es decir, de una campaña de presión organizada por ciertos grupos del lobby homosexual relevados por los medios de comunicación y varias personalidades públicas. Por más que Mons. Huonder intentó calmar los ánimos y precisó que había citado una docena de otros pasajes de la Escritura tomados del Antiguo y del Nuevo Testamento, que había tomado en esencia la enseñanza del Catecismo y que evidentemente no tenía la intención de llamar al asesinato de los homosexuales, nada logró. El Presidente del Partido Demócrata Cristiano, Christophe Darbellay, calificó las palabras del Obispo de Chur como “inaceptables”.

Peor aún, la Conferencia de los Obispos suizos repudió rápidamente a su colega del episcopado, el cual es objeto de denuncias ante los tribunales y ha recibido amenazas de muerte. El Presidente de esta Conferencia, Mons. Markus Büchel, Obispo de San Galo, declaró alegrarse “de cada relación en la que los miembros de la pareja se aceptan mutuamente como hijos amados de Dios” (sic). Y agregó: “Nuestros conocimientos actuales sobre la homosexualidad como una inversión afectiva y orientación sexual no elegida libremente no se conocían en los tiempos bíblicos.” De tal manera que en la actualidad la Iglesia tiene el deber de acompañar a las personas homosexuales en su camino de vida: “Un camino en el que pueden integrar su forma particular de relaciones y su sexualidad como don de Dios en su vida.” (sic).
No se podrían preparar mejor el reconocimiento y la bendición de este tipo de unión. Sobre todo porque el Presidente de la Conferencia episcopal añade que la Iglesia debe “encontrar un nuevo lenguaje, apropiado a las situaciones y a las personas” [7].
Finalmente, Mons. Charles Morerod (en la foto), Obispo de Ginebra, Friburgo y Lausana, declaraba al periódico Le Temps del 12 de agosto de 2015, que “el hecho de ser homosexual, sobre todo sin elección personal, no es un crimen, ni un pecado”. Y explicaba que la mayoría de las personas homosexuales se han descubierto como tales, sin voluntad deliberada, ¡y por lo tanto sin responsabilidad moral! Así pues, la historia recordará que fue necesario esperar hasta el siglo XXI para que los hombres de la Iglesia trataran de justificar teológicamente los comportamientos más ignominiosos o infames. Mons. Morerod afirma que la moral cristiana no es practicable integralmente sino por los que tienen la fe, pero olvida mencionar que incluso sin la fe todos los hombres pueden juzgar la rectitud de sus inclinaciones. ¿Qué fue de la ley natural? La virtud de castidad, que forma parte de la virtud cardinal de la templanza, ¿no obligaba a todos los hombres dotados de razón?
¿Qué pasará en el próximo sínodo?
Movidos por el miedo o la cobardía, alentados también –lamentablemente– por las palabras del Papa Francisco, que invitan a dar pruebas de acogida y de misericordia hacia las personas homosexuales (“Si una persona es gay [8] y busca al Señor con buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?” [9]), subyugados por el “espíritu del Concilio”, que quiso proclamar un nuevo humanismo centrado sobre el culto al hombre y a la persona, [10] los hombres de la Iglesia menosprecian de ahora en adelante los deberes propios de su cargo. Parecen olvidar la existencia de la moral natural más elemental, como si mientras nuestros contemporáneos no acepten la fe fuera inútil predicarles las buenas costumbres.
Además, como lo enseña San Pablo a los Romanos, sin la fe en Jesucristo, todos los hombres están en el pecado y bajo la amenaza de la ira divina. El mundo actual, que ha rechazado a su Salvador, su Ley de amor y sus mandamientos, ha vuelto a caer en el paganismo más vergonzoso, del que el Apóstol de los gentiles no teme describir las pasiones de ignominia: “pasiones infames. Pues sus mismas mujeres invirtieron el uso natural, en el que es contrario a la naturaleza. Del mismo modo también los varones, desechando el uso natural de la mujer, se abrasaron en amores brutales de unos con otros, cometiendo torpezas nefandas varones con varones, y recibiendo en sí mismo la paga merecida de su obcecación.” (Ro 1, 26-27). [11]
Pero si son culpables los que se entregan a esto, son todavía más culpables “los que aprueban a los que hacen tales cosas.” (Ibíd. 1, 32). Pues “¡Ay de vosotros los que llamáis mal al bien y bien al mal; y tomáis las tinieblas por la luz, y la luz por las tinieblas!” (Is 5,20). Pueda el próximo sínodo, bajo la autoridad del Sumo Pontífice, disipar el humo de Satanás que oscurece la luz de la fe y de la razón. Cristo dijo en primer lugar a los pastores del rebaño: “Vosotros sois la luz del mundo. No se puede encubrir una ciudad edificada sobre un monte; ni se enciende la luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero, a fin de que alumbre a todos los de la casa.” (Mt 5, 14-15).
Padre Christian Thouvenot
[1] Rm 1, 26 (en la foto: estatua de San Pablo, Plaza de San Pedro en Roma).
[2] La destrucción de Sodoma y Gomorra se narra en el libro del Génesis, capítulos 18 y 19.
[3] Padre Dominique Prümmer, O.P., Manual de teología moral, Herder 1961, t. 1, núm. 360.
[4] Cf. Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Cor 6, 9-10; 1 Tim 1, 10.
[5] Congregación para la doctrina de la fe, declaración “Persona humana”, 29 de diciembre de 1975, núm. 8.
[6] En La Lettre sur le Sillon, 25 de agosto de 1910.
[7] Cath.ch – APIC, 9 de agosto de 2015.
[8] Esta palabra inglesa se refiere a un homosexual.
[9] Conferencia de prensa del 28 de julio de 2013.
[10] Cf. Pablo VI, discurso de clausura del Concilio Vaticano II, 7 de diciembre de 1965: “La religión del Dios que se hizo hombre se ha encontrado con la religión (pues es una) del hombre que se hace Dios. […] Reconózcanle al menos este mérito, ustedes, humanistas modernos, que renuncian a la trascendencia de las cosas supremas, y sepan reconocer nuestro nuevo humanismo: nosotros también, nosotros más que nadie, tenemos el culto al hombre.”
[11] Por su parte, el Catecismo de San Pío X presenta así la malicia de la impureza: “Es un pecado gravísimo y abominable delante de Dios y de los hombres; rebaja al hombre a la condición de los animales sin razón, lo arrastra a muchos otros pecados y vicios y acarrea los más terribles castigos en esta vida y en la otra.”Gran Catecismo de San Pío X, Los mandamientos de Dios, Dominique Martin Morin, 1967, p. 97.
(Fuente: FSSPX/MG – DICI núm. 320 del 11/09/15)

miércoles, 7 de octubre de 2015

LA LEY DE DIOS ES HOY POR HOY PISOTEADA PUBLICAMENTE


Marco Antonio Guzmán Neyra | Facebook


 Lo que nos inquieta todavía más son algunas de vuestras palabras, que dan a entender que podría haber una evolución de la doctrina para responder a las nuevas necesidades del pueblo cristiano.

(Bernard Fellay, superior de la Fraternidad San Pío X).- Santo Padre: Con viva inquietud comprobamos a nuestro alrededor la degradación progresiva del matrimonio y de la familia, origen y fundamento de la sociedad humana toda. Esta disolución se acelera con fuerza, sobre todo por la promoción legal de los comportamientos más inmorales y depravados. La ley de Dios, incluso simplemente natural, es hoy por hoy pisoteada públicamente, los pecados más graves se multiplican de manera dramática y claman venganza al cielo.
Santo Padre,
No podemos negar que la primera parte del Sínodo dedicado a "Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización" nos ha alarmado vivamente. Hemos escuchado y leído, de personas constituidas en dignidad eclesiástica - que se atribuyen vuestro respaldo, sin ser desmentidas -, afirmaciones tan contrarias a la verdad, tan opuestas a la doctrina clara y constante de la Iglesia en lo concerniente a la santidad del matrimonio, que nuestra alma se ha visto profundamente perturbada. Lo que nos inquieta todavía más son algunas de vuestras palabras, que dan a entender que podría haber una evolución de la doctrina para responder a las nuevas necesidades del pueblo cristiano. Nuestra inquietud brota de la condenación que San Pío X hizo, en su encíclica Pascendi, del acomodación del dogma a pretendidas exigencias contemporáneas. Pío X y vos, habéis recibido la plenitud del poder de enseñar, de santificar y de gobernar en la obediencia a Cristo, que es el Jefe y el Pastor del rebaño en todo tiempo y en todo lugar, y de quien el Papa debe ser el fiel vicario sobre esta tierra. Lo que ha sido objeto de una condenación dogmática no puede convertirse, con el tiempo, en una práctica pastoral autorizada.
Dios autor de la naturaleza estableció la unión estable del hombre y de la mujer con vistas a perpetuar la especia humana. La Revelación del Antiguo Testamento nos enseña de modo clarísimo que el matrimonio, único e indisoluble, entre un hombre y una mujer, fue establecido directamente por Dios, y que sus características esenciales fueron sustraídas a la libre elección de los hombres para permanecer bajo una protección divina particularísima: "No codiciarás la mujer de tu prójimo" (Éxodo 20, 17).
El Evangelio nos enseña que Jesús mismo, en virtud de su autoridad suprema, restableció definitivamente el matrimonio, alterado por la corrupción de los hombres, en su pureza primitiva: "Lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe" (Mateo 19, 6).
Es gloria de la Iglesia católica a lo largo de los siglos haber defendido contra viento y marea, a pesar de las solicitaciones, amenazas y tentaciones, la realidad humana y divina del matrimonio. Siempre ha llevado bien alto - incluso si hombres corruptos la abandonaban por ese solo motivo - el estandarte de la fidelidad, de la pureza y de la fecundidad que caracterizan el verdadero amor conyugal y familiar.
Ahora que se acerca la segunda parte de este Sínodo consagrado a la familia, estimamos en conciencia que es nuestro deber expresar a la Sede Apostólica la profunda angustia que nos embarga al pensar en las "conclusiones" que podrían ser propuestas en esta ocasión, si por gran desgracia fueran un nuevo ataque contra la santidad del matrimonio y de la familia, un nuevo debilitamiento de la naturaleza de la sociedad conyugal y de los hogares. Esperamos de todo corazón que, por el contrario, el Sínodo hará obra de verdadera misericordia recordando, para el bien de las almas, la doctrina salvífica íntegra referente al matrimonio.
Tenemos plena conciencia, en el contexto actual, que las personas que se encuentran en situaciones matrimoniales anormales deben ser acogidas pastoralmente, con compasión, para mostrarles el rostro misericordiosísimo del Dios de amor que la Iglesia da a conocer.
Sin embargo, la ley de Dios, expresión de su eterna caridad para con los hombres, constituye en sí misma la suprema misericordia para todos los tiempos, todas las personas y todas las situaciones. Rezamos, pues, para que la verdad evangélica del matrimonio, que debería proclamar el Sínodo, no sea en la práctica eludida mediante múltiples "excepciones pastorales" que desnaturalizarían su verdadero sentido, o por una legislación que anularía casi infaliblemente su alcance real. En cuanto a esto, no podemos disimularos que las recientes disposiciones canónicas del Motu proprio Mitis iudex Dominus Iesus, que permiten declaraciones de nulidad aceleradas, abrirán de facto las puertas a un procedimiento de "divorcio católico" sin llevar el nombre de tal, a pesar de las referencias a la indisolubilidad del matrimonio que lo acompañan. Estas disposiciones van en la dirección de la evolución de las costumbres contemporáneas, sin tratar de rectificarlas según la ley divina; ¿cómo, pues, no estar conmocionado por la suerte de los niños nacidos de estos matrimonios anulados de manera expeditiva, que serán las tristes víctimas de la "cultura del descarte"?
En el siglo XVI el Papa Clemente VII denegó a Enrique VIII de Inglaterra el divorcio que éste solicitaba. Frente a la amenaza del cisma anglicano, el Papa mantuvo, contra todas las presiones, la enseñanza inmodificable de Cristo y de su Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio. ¿Veremos ahora esta decisión desaprobada por un "arrepentimiento canónico"?
En todo el mundo en estos últimos tiempos numerosas familias se han movilizado valientemente contra las leyes civiles que socavan la familia natural y cristiana, y alientan públicamente comportamientos infames, contrarios a la moral más elemental. ¿Puede la Iglesia abandonar a aquellos que, a veces en detrimento propio y siempre bajo burlas y ataques, libran este combate necesario pero difícil? Ello constituiría un anti testimonio desastroso y sería para estas personas fuente de hastío y desaliento. Los hombres de Iglesia, por el contrario, por su misión misma deben aportarles un apoyo firme y motivado.
Santo Padre,
Por el honor de nuestro Señor Jesucristo, para consuelo de la Iglesia y de todos los fieles católicos, por el bien de la sociedad y de la humanidad toda, en esta hora crucial, os suplicamos, pues, que hagáis resonar en el mundo una palabra de verdad, de claridad y de firmeza, en defensa del matrimonio cristiano, e incluso simplemente humano, para sostén de su fundamento, a saber, la diferencia y complementariedad de los sexos, como apoyo de su unicidad y de su indisolubilidad.
Confiamos esta humilde súplica al patronazgo de San Juan Bautista, que conoció el martirio por haber defendido públicamente, contra una autoridad civil comprometida por un "nuevo matrimonio" escandaloso, la santidad y la unicidad del matrimonio, suplicando al Precursor de conceder a Vuestra Santidad el valor de recordar ante el mundo entero la verdadera doctrina del matrimonio natural y cristiano.
En la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, 15 de septiembre de 2015

+Bernard FELLAY
Superior General de la Fraternidad San Pío X

Fuente: Religión Digital - 29 Septiembre de 2015.

miércoles, 22 de julio de 2015

LA NUEVA TEOLOGÍA CONCILIAR BORRO LA CREENCIA EN EL LIMBO


Marco Antonio Guzmán Neyra | Facebook


Hace unas semanas estaba explicando a los jóvenes de la catequesis de Confirmación la doctrina católica sobre los Novísimos (Muerte, Juicio, Cielo, Infierno y Purgatorio) cuando de pronto me vino a la mente: ¡Cuánto tiempo sin oír hablar a nadie sobre el Limbo! ¿Qué es lo que ha ocurrido para que desde el Vaticano II hasta ahora, obispos, papas, teólogos, apenas hablen del Limbo? De hecho, si le preguntamos a cualquier persona de menos de veinte años lo que es el Limbo probablemente se encoja de hombros y nos diga que es la primera vez que oye hablar de él. Movido por la curiosidad, me puse a investigar, y estas son las conclusiones que he podido sacar y que ahora comparto con ustedes.
La teología tradicional siempre nos dijo que el Limbo era un lugar y/o estado de felicidad natural donde estaban las almas de aquellas personas que habían muerto sin el bautismo y sin cometer pecados personales. Ejemplo: aquellos bebés que mueren antes de ser bautizados. Los seres que estuvieran en el Limbo, no gozarían de la visión beatífica de Dios, pero tampoco sufrirían por ello, pues nunca habrían conocido la gracia[1]. Permanecerían en el Limbo con una mera felicidad de orden natural (Santo Tomás de Aquino).
Siempre se nos dijo que el Limbo no era un dogma de fe, sino el resultado de un razonamiento teológico como consecuencia de intentar compatibilizar ciertas verdades teológicas que sí que eran dogmas de fe[2]. A saber:
  • Cuando un niño nace tiene el Pecado Original: dogma de fe.
  • Nadie con pecado grave puede ir al cielo: dogma de fe.
  • Nadie sin pecados graves personales puede ir al infierno: dogma de fe.
  • La gratuidad de la salvación. La vida sobrenatural es un don o regalo gratuito de Dios al hombre. La salvación eterna no es un derecho del hombre, sino que es resultado del don gratuito de Dios. Es por ello que nadie puede exigir de Dios el derecho de irse al cielo, a no ser que cumpla las condiciones que Dios ha prescrito para ello. A saber: estar en gracia de Dios. La gracia se obtiene, principalmente a través de los sacramentos. El perdón del Pecado Original se obtiene a través del bautismo (sacramental, de sangre o de deseo).
Cuando los teólogos intentaron dar una respuesta al problema de qué es lo que ocurría con los niños que morían -sin haber cometido pecados personales- antes de ser bautizados, buscaron en las Sagradas Escrituras y en la Tradición de la Iglesia (fuentes de la Verdad Revelada) y no encontraron nada revelado por Dios al respecto; por lo que valiéndose del razonamiento teológico concluyeron en la necesidad de pensar en la existencia de un lugar o estado llamado Limbo, en el cual, los seres que allí se encontraran, no sufrirían las penas del infierno, pero tampoco tendrían la visión beatífica. Es decir, gozarían de una “felicidad natural” y no de la “felicidad sobrenatural” (propia del cielo).
Con esta respuesta, y ante la carencia de una verdad revelada por Dios, salvaguardaban todos los principios teológicos que estaban en juego.
 ¿Pertenece la doctrina del Limbo a la Iglesia Católica?
Sí. Algunos dicen que la doctrina del Limbo nunca fue una doctrina de la Iglesia Católica, lo cual es falso. Aparece ya reflejada en el II Concilio de Lyon y en el Concilio Ecuménico de Florencia.
“Los niños (que mueren sin el bautismo y sin cometer pecados personales) sólo sufren la pena de daño, la privación de Dios, pero no la de sentido”. (Concilio Ecuménico de Florencia, Decretum pro Graecis, Bula Laetentur coeli, Denz. 693. Concilio II de Lyon, Dnz. 464)
El Concilio de Trento (cap. X, nº 9) declaró fuera de la Iglesia a los infieles, a los herejes, a los cismáticos y a los excomulgados. Y el Concilio Vaticano I, por su parte, hizo constar que “las herejías proscritas  por los P.P. de Trento se han dividido poco a poco en múltiples sectas, separadas y en luchas entre sí, de tal modo que no pocas han perdido toda fe en Jesucristo. Han llegado a no tener por divina la misma Santa Biblia, que, antes afirmaban que era la única fuente y el único juez de la doctrina cristiana y la han asimilado a las fábulas míticas. Con ello, después de haber arrojado a Cristo, nuestro solo Señor y Salvador, del alma humana, de la vida y de las costumbres de los pueblos… el espíritu  de muchos se ha arrojado a los abismos del panteísmo, del materialismo y del ateísmo y se esfuerzan por destruir los primeros fundamentos de la sociedad humana”.
Pio XII, el 29 de Octubre de 1.951, decía a la comadronas italianas: “Un acto de amor puede bastar al adulto para conseguir la gracia suficiente y superar el defecto del Bautismo, pero al no nacido aún o al recién nacido este camino no les está abierto y de ahí la gran importancia de proveer el Bautismo del niño privado del uso de razón (porque) el estado de gracia es absolutamente necesario para su salvación (Jn 3:5). Aunque aquí no se nos habla del Limbo, se menciona que el bautismo es necesario para la salvación.
El conocido teólogo Antonio Royo Marín O.P., muerto hace diez años, enseñaba que el Limbo es una doctrina completamente cierta en Teología[3]; opinión que comparten Ángel Santos Hernández S.J. al escribir que “La existencia del Limbo hay que aceptarla en la doctrina sana teológica”.
La idea del Limbo para los niños llegó a convertirse en una doctrina católica común, enseñada como tal a los fieles, hasta mediado el siglo XX. Sin embargo, hay que recordarlo, nunca fue declarada como dogma de fe ni como algo definitivo, sino como una solución teológica a un problema sobre el cual no había una verdad revelada.
¿Qué ocurrió con esta doctrina a partir del Concilio Vaticano II?
En el siglo XX los teólogos buscaron nuevos caminos para solucionar el problema al que nos estamos refiriendo; especialmente para intentar conciliar la voluntad salvífica de Dios, -que también miraría a los niños que mueren, antes o después de nacer, sin haber recibido el bautismo-, con la doctrina según la cual sólo a través de la eliminación del pecado original es posible lograr la visión beatífica.
Múltiples han sido los intentos, la gran mayoría de ellos provenientes de la teología progresista, pero las soluciones que han dado no ofrecen una explicación teológica que sea capaz de respetar todos los dogmas que entran en juego, por lo que al final tienen que concluir diciendo que no saben nada cierto y que confían que la misericordia de Dios salve a estos niños.
Veamos algunas de estas teorías y después explicaremos cómo surgieron y las consecuencias que están teniendo.
+ En la Gaudium et spes n. 22 (constitución pastoral del Vaticano II) se nos explica cómo Cristo ha asociado a su misterio pascual a todos los hombres. De modo especial, están asociados los creyentes (los que han recibido el bautismo y viven coherentemente con su condición de hijos en el Hijo). Pero también, por vías que no conocemos, se unen a Cristo quienes no han sido bautizados. Dice el texto:
“(…) Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual”.
+ Después del Concilio Vaticano II el concepto del Limbo fue abandonado por amplios sectores de la teología. De hecho la Instrucción de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe del 20 de octubre del 1980 deja abierta la posibilidad de que tales niños se salven, aunque sólo se tenga la certeza de la salvación de los que reciben el bautismo.
+ El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, #1261, dice:
En cuanto a los niños muertos sin Bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina… La gran misericordia de Dios nos permite confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin Bautismo.
La Comisión Teológica Internacional publicó un documento el 20 de abril del 2007, que no es Magisterio de la Iglesia, en el que decía (resumimos):
– Hay buenas razones para tener esperanza que los bebés que mueren sin ser bautizados vayan al cielo.
– El concepto tradicional de Limbo – como lugar donde los bebés no bautizados pasan la eternidad sin comunión con Dios – parece reflejar «una visión demasiado restrictiva de la salvación».
-La Iglesia continua creyendo que, por el pecado original, el bautismo es el camino ordinario de salvación para todos y urge a los padres que bauticen a los bebés.
-Enfatizamos que estas son razones para esperar en oración más que fundamentos para un conocimiento seguro. La Iglesia no tiene conocimiento seguro sobre la salvación de los bebés que mueren sin bautizar.

Y de hecho, en ningún documento magisterial del Vaticano II o posterior se menciona ya el tema del Limbo.
¿Por qué “algunos” han abandonado la doctrina sobre el Limbo?
A partir de la segunda mitad del siglo XX, varias razones se sumaron para que muchos teólogos, la gran mayoría de tinte modernista, intentaran acabar con la creencia común de los fieles en el Limbo.
Una de ellas fue el rechazo del lema que había estado presente en la Iglesia Católica desde sus orígenes: “Fuera de la Iglesia no hay salvación” (Extra Ecclesiam nulla salus), por considerarlo anti-ecuménico. Aceptar esta premisa obligaba a muchos teólogos a replantearse los principios modernistas sobre los cuales habían fundamentado su teología.
El Modernismo, que había sido duramente combatido y rechazado por el Magisterio de la Iglesia desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX, está desde esta fecha ejerciendo un poderoso influjo dentro de la Iglesia, intentando cambiar muchas de sus enseñanzas y así poderlas hacer compatibles con las “crípticas herejías” que el Modernismo defiende. A saber:
  • La doctrina del Cristianismo Anónimo de Karl Rahner. Que resumiendo y simplificando dice: Todo el mundo, incluso los no creyentes, son en el fondo “cristianos anónimos” y por lo tanto, merecen la salvación.
  • Un ecumenismo mal entendido en el que se pone al mismo nivel todas las religiones. Se habla de una Iglesia de Cristo, a la cual pertenecerían la Iglesia Católica, las Confesiones Protestantes…, incluso a ella pertenecerían de algún modo, aquellos que son ateos y rechazan a Dios.
  • La doctrina de la salvación universal. Todos los hombres, incluso aquellos que directamente rechazan a Dios y a Cristo, habrían sido salvados. Con ello se elimina indirectamente el infierno. Estos teólogos dicen que si el infierno existe, está vacío, pues la misericordia de Dios es incapaz de condenar a nadie para toda la eternidad. Y yo les preguntaría: ¿dónde queda la gratuidad de la salvación? ¿dónde queda la libertad del hombre? Si el hombre está salvado, a pesar de que él mismo odie a Dios, sería un acto de injusticia por parte de Dios el hecho de salvarle.
  • El poderoso influjo que la Masonería está ejerciendo en la Iglesia Católica, intentando borrar todas las aristas de separación que hay entre las diferentes religiones para así “unir a todos los hombres en una religión común” que no tendría valores sobrenaturales, sino que se fundamentaría en los principios masónicos de la pura felicidad terrenal. Principios que por otra parte incluyen un directo rechazo de Dios; ya que la Masonería, en último término da culto al demonio.
  • El modo de proceder de muchos teólogos modernistas no es tanto negar abiertamente una verdad en la que ellos no creen, o afirmar rotundamente las que ellos defienden; sino que se mueven haciendo afirmaciones sobre un aspecto que líneas más abajo ponen en duda o niegan; por lo que el resultado final es una teología confusa, sin aristas ni precisiones y de donde se puede sacar cualquier conclusión a su favor. Ahora bien, cuando un teólogo que siga de verdad el Magisterio de la Iglesia intente criticarlos le será muy difícil ya que el lenguaje que la teología progresista utiliza no es claro y preciso, sino todo lo contrario; es decir, confuso y vago.
A partir de todas las afirmaciones que la teología progresista realiza, sacamos en claro las posturas que ellos defienden. A saber:
  • Hay que eliminar el Limbo pues es un obstáculo para poder justificar las modernas doctrinas ecuménicas.
  • La relativización de la religión. No hay una religión verdadera, sino que todas de un modo u otro tienen trazos de “verdad”. Cualquier camino o religión es igualmente válido para la salvación.
  • Se elimina el valor salvífico y la necesidad del sacrificio de Cristo para nuestra salvación. El hombre se puede salvar sin la necesidad de acudir a Cristo.
  • Se elimina la necesidad de recibir los sacramentos para la salvación ya que el hombre se puede salvar sin ellos.
  • Y muchas otras consecuencias que no es ahora el momento de explicitarlas.
Es por ello, que la eliminación del Limbo es en el fondo un ataque directo contra nuestra fe. Mientras que no se encuentre una explicación que sea más satisfactoria, todo cristiano debe defender la existencia del Limbo.
Concluyendo
La doctrina teológica modernista actual abandona la enseñanza del Limbo y lo justifica en el hecho del amor misericordioso de Dios, que quiere que todos los hombres se salven. Ahora bien, al rechazar el Limbo y creer en la salvación de aquellos que mueren sin bautismo y sin pecados personales, va en contra de la gratuidad de la salvación. Suponer que la elevación al orden sobrenatural (el cielo) es un derecho del hombre por el mero hecho de existir, va en contra de la gratuidad del orden sobrenatural. Querer que estas personas se salven, valiéndose de la “misericordia” de Dios, no es razón teológica suficiente. La teología modernista actual no acepta que para Dios justicia y misericordia se identifican. Dios nunca puede realizar un acto de misericordia si por ello va en contra de la justicia.
La actitud más sabia y humilde es la de la Teología de siempre: Respecto a la situación de los que mueren sin cometer pecados personales y al mismo tiempo no habrían sido bautizados, no hay doctrina revelada. Y la única actitud teológica que se puede tomar es la de defender un lugar/estado de “felicidad natural” al que llamamos Limbo para esas personas. La solución de pretender salvar a esas personas acudiendo a la misericordia de Dios no tiene justificación teológica, al tiempo que crea problemas teológicos difíciles de resolver.
Con ello salvaguardamos los dogmas teológicos respecto a las condiciones para la salvación y la gratuidad de la misma. La hipótesis moderna que elimina el Limbo es el resultado de un “buenismo” infundado que no respeta el dogma, la gratuidad de la salvación y la libre disposición de Dios.
Padre Lucas Prados
COMENTARIOS VARIOS : 
  1. ricardo de Barcelona
    Gracias a Dios, no podía abrir sus cartas..
    • Padre Lucas Prados
      Como podrá comprender, periódicos como El Mundo, El País, y muchos otros, siempre tienden a dar sensacionalismo a las noticias que ofrecen; por lo que nunca pueden ser un lugar donde uno pueda ir a buscar información seria y objetiva; y mucho menos cuando es hace referencia a un tema teológico.
  2. En la Cuarta Edición revisada de su Teología de la Salvación, Royo Marín deja clara su postura definitiva sobre el tema:
    “Con lo cual, desaparece por completo la necesidad del llamado “Limbo de los niños”, que nunca fue enseñado por la Iglesia y que ha sido abandonado, con razón, por todos los teólogos católicos del mundo”.
    Salu2. Paz y Bien.
    • Denzinger 1526
      Tengo casi todos los libros del P. Royo Marín, pero ediciones anteriores al Concilio. Todo bien claro y bien documentado. Después, le habrán añadido y quitado lo que hayan querido. Con todo, no entiendo cómo un maestro de teología tan excelente como Royo Marín pudo decir (quizás se lo hicieron decir, o tal vez por su avanzada edad empezaba a perder facultades) eso de que la doctrina del Limbo “nunca fue enseñada por la Iglesia”. Porque él desde luego ponía siempre en sus libros numerosos argumentos y citas de las Escrituras y del Magisterio. Y el Limbo estaba también en el todos los catecismos de antes del Concilio: Trento, Ripalda, Astete, el de S. Pío X… Y la cita que pongo del Denzinger no puede ser más clara. Magisterio puro condenando una enseñanza herética.
    • Padre Lucas Prados
      Estimado Eagleheart
      Entre la 3ª edición de la Teología de la Salvación del P. Royo Marín, que es del 1967 (más o menos) y la 4ª edición (1997), pasaron 30 años. Cuando se hizo la 4ª edición el P. Royo Marín tenía ya 84 años, y él no pudo controlar todos los cambios que “otros teólogos” hicieron valiéndose de su nombre.
      Le incluyo aquí un resumen que compendia el estado de la cuestión:
      “A falta de datos específicos en la Sagrada Escritura, es necesario recurrir al pensamiento de los Padres que han afirmado claramente la existencia del Limbo. (cfr. S. Gregorio Nacianzeno, Oratio 40, in Sanctum Baptisma, 23: PG 36,385390; S. Agustín, Enchiridion, 93: PL 40,275), y tener presentes los datos dogmáticos y los presupuestos teológicos en que fundamentan esa afirmación. Estos presupuestos son principalmente:
      a) distinción esencial entre lo natural y lo sobrenatural,
      b) herencia universal del pecado de origen y sus consecuencias,
      c) gratuidad de la salvación,
      d) canalización de la gracia salvífica a través de los sacramentos, en este caso el Bautismo, que es necesario, con necesidad de medio, para salvarse.

      Armonizando todos estos datos, y teniendo en cuenta la misericordia de Dios y también su justicia, como los Padres de la Iglesia y los teólogos llegaron a la conclusión de que el Limbo es solución inevitable como lugar y estado de aquellos que habiendo muerto antes de llegar al uso de razón y sin Bautismo, y por tanto con pecado original pero sólo con él, son privados de la visión de Dios, que es don gratuito y sobrenatural, aunque no sean castigados con penas aflictivas, sino que pueden gozar de la felicidad natural que hubiese alcanzado el hombre en el estado de naturaleza pura”.

      Enciclopedia GER, Rialp, voz Limbo
    • Leopoldo Varela
      A una vidente muy conocida el Señor le dijo, consternado por la cantidad tan inmensa de pecadores que van rumbo a la condenación, que si el Cielo no se alcazaba a llenar, sacaría a los niños recluidos en el Limbo, para llenarlo.
  3. Denzinger 1526
    «Es falsa, temeraria, injuriosa a las escuelas católicas la doctrina que rechaza como pelagiana aquel lugar de los infiernos, designado generalmente por los fieles con el nombre de limbo de los niños, en el que son atormentados con la pena de daño, mas no con la de sentido, las almas de los que mueren con la culpa original, como si por el mismo hecho de excluir la pena de fuego, indicasen que aquel lugar es como un estado medio, libre de culpa y de pena, entre el reino de Dios y la eterna condenación, según imaginaron los pelagianos». (Pío VI, Const. Auctorem fidei, 28-8-1794, pro. 26 Inter damnatas, contra los errores del Sínodo de Pistoia.)
  4. humberto davila
    porque se dice que el demonio triunfa con el aborto si los niños se van al limbo, como lo dicen los atienden el
    caso del poseso mexicano del año pasado que fue al vaticano donde dicen que el demonio recupera los sacrificios perdidos por la aparición de nuestra señora la virgen de guadalupe
  5. Sí la hipótesis del limbo es correcta, eso hace automáticamente al aborto infinitamente más abominable, un triunfo de Satanás que impide que puedan ver a Dios, millones y millones de seres humanos asesinados en el vientre de su madre.
    Por las verdades dogmaticas descritas en el escrito, no es nada descabellado la existencia de un lugar así, además tenemos el antecedente de que antes de la redención de Cristo, los justos estaban en un lugar llamado el seno de Abraham.
    Me parece que sí se rechaza el limbo, la única solución coherente con la fe cristiana, es que Dios pruebe el alma del bebé que no fue bautizado, seria probado como fueron probados los ángeles, y como los ángeles habrían quien se salvara y quien se condenara.
    • Alejandro Colombia
      Excelente comentario Gerardus VIII…
    • Un aplauso por su respuesta.
    • De hecho, en las grabaciones del exorcismo a Anneliese Michel, el Demonio dice que los no bautizados no ven a Dios y por tanto el aborto le es muy agradable.
      • Servidor:
        Pues sí es así, (lo dicho por el demonio a través de Anneliese Michel) es desolador y a la vez verdades oscurecidas vuelven a resplandecer.
        Como la absoluta necesidad de ir a predicar a todas las naciones y bautizarlos a todos, también pone de manifiesto el terrible estado de rebelión y condenación eterna en el que se encuentra el género humano, que ameritó que la segunda persona de la Santísima Trinidad se encarnara, para rescatarnos y nos dijera:
        «Vosotros sois malos» (Lc 11,12). «Vosotros queréis matarme, a mí, que os ha hablado la verdad que oyó de Dios… Vosotros tenéis por padre al diablo, y queréis hacer los deseos de vuestro padre, que es homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad… A mí no me creéis porque os digo la verdad» (Jn 8,40-45). Yo he venido a buscar los pecadores, y para ofreceros la gracia de la salvación. Os aviso, pues, que camináis hacia una perdición eterna, ya que «ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí» (Mt 7,13).
    • Leopoldo Varela
      Podemos bautizar las almas de los niños recluidos en el Limbo y sacarlos de ese estado, ojalá diariamente. Vas a encontrarte al final de tu vida con miles de niños que saldrán a recibirte para acompañarte al Cielo, como si fueran tus hijos espirituales.
  6. Padre. Le hago una consulta sobre el tema que expone. ¿Qué enseña la Iglesia sobre el Bautismo de Deseo? (Leí esto en una visión de la Beata Ana Catalina Emmerich, que dice que uno de los Reyes Magos murió con el Bautismo de deseo: “Mensor, el de los cabellos negros, fue bautizado más tarde por Santo Tomás y recibió el nombre de Leandro. Teokeno, el de tez amarilla, que se encontraba enfermo cuando pasó Jesús por Arabia, fue también bautizado por Santo Tomás con el nombre de León. El más moreno de los tres, que ya había muerto cuando Jesús visitó sus tierras, se llamaba Sair o Seir. Murió con el bautismo de deseo” http://www.capillacatolica.org/AdoracionDeLosReyes.html).
    En este caso, la persona se salvaría?
    Y respecto de los niños no bautizados, pero cuyos padres querían hacerlo y no pudieron (perdieron el hijo antes de nacer), no estaríamos frente a un caso de Bautismo de Deseo??
    Hago las preguntas para saber, y no para llevar la contraria a la doctrina de la Iglesia. Pero reconozco que no entiendo bien, en este último caso, cómo si Dios quiere que todos se salven (1 Tim, 2,4), y los padres de la criatura rezan y hacen lo posible porque se haga la voluntad de Dios, no pueda salvarse el bebé.
    Distinto sería el caso del aborto, donde la pobre víctima no tiene padres que imploren por ella. Al contrario.
    Gracias por su respuesta
    JSD
    Me gustó el comentario de Gustavo VIII, sobre una prueba a los niños como tuvieron los ángeles, pero no sé que aval doctrinario tiene.
  7. humberto davila
    el alma de los abortados es un tema que ni los teólogos saben, si el bautismo es necesario para la salvación pero la misericordia de Dios es infinita, nadie sabe el destino de esas almas , en una homilía del padre Antonio fortea habla que el alma de los niños abortados son catequizados por los angeles y ellos deciden , Dios respetando el libre albedrio, depende la decisión si el alma del niño se le hablaba de DIOS o simplemente no lo escucho mencionar
    que bueno que se tome el tema porque es parte de la catequesis que tenemos que conocer para defender a los niños que tienen el derecho de conocer a DIOS como nosotros.
  8. Los abortados creo yo son bautizados en su propia sangre.
    Un abrazo.
    • Yo entiendo que para ser bautizado por sangre se debe derramar esa sangre por Cristo, como los mártires o los Santos Inocentes, pero los abortados no derraman su sangre a causa de Cristo.
      Sea como sea, pronto lo sabremos, unos más pronto que otros.
  9. J.M.J.
    Querido Padre, enhorabuena por el artículo, sobretodo porque ya era hora de que alguien “se atreviera” a meterse con un asunto tan delicado. A ninguna madre le gusta escuchar que el bebé que tanto anhelaba y que por alguna razón ha perdido la vida se fue al “limbo” y que no gozará de la visión beatífica. Suena realmente terrible, yo lo viví en carne propia con mi primer embarazo. Sin embargo, por doloroso que sea, confío plenamente en la misericordia de Dios, pero más aún en SU JUSTICIA. Quién soy yo, miserable creatura, para cuestionar la voluntad divina, Dios conoce cada alma, porque fue modelada con Sus propias manos, con Su propio amor infinito de Padre, y sabe que las almas de los que están en el limbo están mejor allí, tal vez si se les hubiera dado la posibilidad de pecar hubieran sido grandes pecadores, y estarían condenados sin remedio. A mí me da una inmensa alegría saber que ese hijo que perdí, fruto de nuestro amor, no puede, ni podrá jamás ofender a Dios Nuestro Señor, algo que no puedo decir con certeza de los cinco que felizmente he traído al mundo.
    Aparte, cada mujer puede pasar por innumerables abortos espontáneos durante su vida, y la mayoría de ellos pueden pasar absolutamente desapercibidos. Yo coincido plenamente con el comentarista que dijo que es este el gran mal del aborto, no que se prive de la vida natural a un ser humano (algo que ya es de por sí gravísimo), sino que se le prive de la vida supernatural, de la eterna, que se le quite a ese ser la posibilidad de ser bautizado.
    Cuales han sido los frutos de la puesta en duda del limbo?, muy sencillo, padres irresponsables que lo último que les pasa por la cabeza es bautizar a su hijo, y esperan y esperan incluso hasta que el chico entre a la escuela primaria… si ya no hay limbo, y la salvación está garantizada, para qué tanto apuro?. Busque cualquiera en la vida de los Santos (bueno al menos en “los de antes” la fecha de su nacimiento y la de su bautizo…. Nunca pasaban más de tres días. Era un obligación tan grande, que lo hacían los padrinos, la madre (que usualmente estaba convaleciente) no asistía al bautizo de su propio hijo, lo que realmente le importaba es que el pequeño se bautizara.
    Y mi última reflexión aunque muy dura, es que si las millones de víctimas del aborto están en el cielo, entonces debemos darle las gracias a los centros abortistas, que han logrado hacer lo que la gran mayoría de las iglesias no han podido…. sobre todo en estos tiempos en los que el limbo ha desaparecido.
    Perdone lo largo del comentario, es un tema que me toca de cerca, y que como lo dije, me alegra que alguien lo haya abordado sin tapujos y con la sana doctrina.
    El Señor le bendiga,
    In Cordibus Iesu et Mariae,
    Anna
  10. Entiendo que ante la evaluacion teologica a traves de los siglos por la Iglesia, en una posicion de valorizar el pensamiento de los concilios y pensadores cristianos del pasao y presente, tendriamos que decir que solo Dios sabe. Por consiguiente se debe cumplir y seguir con el mandato de Cristo ; bautizar a toda creatura en el nombre de la Santisima Trinidad. Esa es la mission de la Iglesia . Hacer otra cosa es evadir este mandato Divino y seria producto de la idea ” todos se salvan ” ya no hace falta el bautismo , no hace falta evangelizer , pues son tiempos modernos y Dios es misericordioso , como dijo usted Padre Lucas sobre la gratuidad de la salvacion. Entonces nos queda por preguntarnos para que estan los Sacramentos , el Sacerdocio y por consiguiente los Obispos y toda la fundacion de la Iglesia y su verdadera doctrina., si todos se salvan. Creo que se aproxima la eliminacion y modificacion de los sacramentos y la verdera doctrina de Cristo contenida en las Sagradas Escrituras y la Sagrada Tradicion oral. Son tiempos dificiles el humo de satanas esta oscureciendo el brillo de la Iglesia , se esta propagando rapidamente y llego a la cumber de la Iglesia.
  11. Queridos Hermanos y Hermanas:
    Me gustaría que el Mismo R.P. Lucas Prados o Alguno de Ustedes me explicara con mayor detalle el Enunciado que Dice: “Para Dios justicia y misericordia se identifican. Dios nunca puede realizar un acto de misericordia si por ello va en contra de la justicia”. En estricto rigor, hago saber desde ya que no creo en la “teología” modernista, pero sin embargo, como Joven y Converso Reciente a la Fe Tradicional que Soy (Abril de Este Año), todavía me surgen algunas dudas. Sin embargo, estoy dispuesto a no dar un paso atrás y a no volver al modernismo que abandoné hace casi dos meses. Y es precisamente esa razón, además de dar respuestas bien fundamentadas sobre Mi Fe a mis antiguos hermanos, ahora objetores, lo que me mueve a preguntarles este tema. Por eso mismo, le agradecería mucho al R.P. Lucas Prados o a Alguien de Ustedes en caso que me diera un mayor entendimiento acerca del porqué según la Doctrina Tradicional para Dios la Justicia y Misericordia se identifican.
    ¡Saludos y Bendiciones en la Santísima Trinidad y María Inmaculada!
    • Padre Lucas Prados
      El hombre a veces tiene que luchar en su interior para superar una aparente contraposición entre “ser justo” o “ser bondadoso”; en el caso de Dios esa contraposición no existe. Dios es simple, por lo que cualquier acto de Dios es justo y misericordioso al mismo tiempo. Nunca puede haber en Él una contraposición a la hora de tomar una decisión. Dios no se puede contraponer (debido a un acto de misericordia) a una norma que Él mismo dio en justicia.
      Si Dios, por ser misericordioso, tuviera que saltarse una ley justa dada por Él mismo, entonces no sería justo, lo cual es una contradicción in terminis, pues Dios es la justicia y la misericordia suprema.
      En Dios nunca puede haber contraposición entre dos virtudes, pues si la hubiera eso indicaría que su virtud es imperfecta y no es infinita.
  12. Padre Lucas Prados
    Respecto a qué es lo que ocurre con los niños que mueren abortados y aquellos que mueren antes de ser bautizados, la teología “de siempre” dijo que no había nada revelado. Esa fue la razón por la cual los teólogos, valiéndose de argumentos teológicos concluyeron que a falta de una Revelación divina al respecto, hacía falta crear un “llamado” limbo.
    A lo largo de la historia de la Iglesia siempre hubo “almas buenas” e incluso “visionarios” y “algunos teólogos” que pretendieron dar una solución a ese problema. Para ello dieron miles de razones tales como:
    a.- los niños recibirían un bautismo de sangre.
    b.- unos ángeles se presentarían a los niños y les propondrían aceptar/rechazar a Dios.
    Todas estas “hipótesis” no son más que hipótesis y buenos deseos. La realidad es que es un área en la que no tenemos muchos datos concretos sobre los cuales elaborar una doctrina diferente a la del Limbo.

    Una cosa que me ha llamado la atención en los comentarios es que nadie haya hecho mención a uno de los temas centrales del artículo y es ¿qué ha ocurrido con el Limbo? Dicho de otro modo. ¿Por qué tanto interés en la teología moderna de eliminar el Limbo y de hablar de la infinita misericordia de Dios? La única razón es para “acreditar” la teoría de los “Cristianos Anónimos” de Rahner. La cual a su vez da entrada a la salvación, independientemente de la religión que uno practique, la falta de necesidad de los sacramentos para la salvación, un ecumenismo totalmente anticatólico…. Y todas estas verdades son dogmas de fe. Es por ello que es difícil anular el Limbo y seguir siendo fiel al Magisterio de la Iglesia.
    • Denzinger 1526
      “Respecto a qué es lo que ocurre con los niños que mueren abortados y aquellos que mueren antes de ser bautizados, la teología “de siempre” dijo que no había nada revelado. ”
      Sin embargo, la declaración de Pío VI condenando los errores del sínodo de Pistoia, que se puede encontrar en el punto 1526 del Denzinger, no puede ser más solemne y tajante: afirmar que no existe el Limbo es una proposición falsa y temeraria. Es parte del Magisterio. Luego el Limbo existe. Ahora bien, respecto a los detalles, los teólogos podrán hacer sus conjeturas.
  13. humberto davila
    a si es padre todo nos lleva al ecumenismo que hoy tenemos don la mayoría de los sacerdotes de mi región creen que todos se salvan no importa religión o secta, unos dicen que debemos aprender de ellos y que son mejores que nosotros .
    dijo mi señor Jesucristo a mi regreso encontrare fe
  14. Padre Lucas: La frase “Dios nunca puede realizar un acto de misericordia si por ello va en contra de la justicia”, no la acabo de entender.
    Si fuera por pura justicia, posiblemente nadie se salvaría, por tanto cualquier salvación iría en contra de la justicia. Considero que su frase es poco afortunada.
    Por otro lado el primer santo, san Dimas, es una prueba que, cuando el pecador se arrepiente, la misericordia de Dios está muy por encima de su justicia ¿no ?
    • Padre Lucas Prados
      Estimado Fred
      Los conceptos de justicia y misericordia en Dios están muy claros en cualquier tratado serio de Dios Uno y Trino. Le ruego vaya a cualquiera de ellos. Son conceptos básicos pero complejos, y éste no es el lugar de ponerse a explicarlos.
  15. La Misericordia es inherente a la Justicia, pues ¿si no hubiere Justicia de qué se tendría Misericordia?. Dios puede aplicar la pena pero como dice el texto bíblico: “Yo a los que amo, los reprendo y los corrijo”, de mod que, como buen Padre, Dios busca por Misericordia imponer penas temporales para precisamente evitar la pena eterna, es decir, el Infierno, en esto consiste el que “Dios quiere que todos se salven”. Sin embargo. Dado que el tema aquí en cuestión es el Limbo, creo que el artículo se explica muy bien per se. La Salvación es un regalo que para adquirirlo se deben cumplir con ciertos requisitos (Cumplir los mandamientos, llevar una vida Sacramental y de oración activa), la salvación no es un derecho, no se trata de sufragios o una visión democrática del Cielo. Al Cielo sólo van los justos, es decir, los que cumplieron los mandamientos, los que amaron al Señor, como dice Jesús en el Evangelio de Juan: “verdaderamente me amáis si cumplís mis mandamientos”; “el que cumple los mandamientos ese es el que me ama”. Siento de verdad pena ajena por los que buscan una salvación Kasperiana, una falsa misericordia en donde Dios te ama “como eres” y no te exige cambio ni enmienda en nada. Siempre me viene a la mente la parábola del hombre que salió a buscar trabajadores para su viña, unos llegaron en la mañana, otros al mediodía y otros al atardecer y todos recibieron la misma paga, pero creo que a muchos se les pasa por alto que indistintamente a la hora en la que llegaron, TODOS TRABAJARON POR ESA PAGA, es decir cumplieron lo que se les pidió… Dios les Bendiga a todos
  16. Yo también carezco de pruebas para demostrar la existencia del Limbo. No obstante, en el catecismo del P. Ripalda aparecía una pregunta que da alguna pista, y era la siguiente : ¿ Qué significa que Jesucristo ” descendió a los infiernos ” ? R.: Quiere decir que descendió no al lugar de los condenados, sino al Limbo donde estaban los justos. Más adelante aclara el mismo catecismo que ” el Limbo es es lugar a donde van los niños que mueren sin bautizar “. Y en los tiempos actuales de asesinatos masivos de niños en gestación esto es una verdad que no le interesa escuchar a nadie, y a Satanás menos. Su misión es reducir el reino de Dios aniquilando a los niños creados para su Gloria y llevando consigo al infierno a los que participan en tan abominable crimen.
    Basta que nos quedemos callados y las cosas sucederán según los designios de Satanás y sus sicarios. Pero el mal se ahoga con la abundancia de bien. Pienso, más bien creo, en el Bautismo de Deseo. Puedo rogar al Señor que acoja misericordioso en su seno a los niños abortados, redimidos con la Sangre de Jesucristo derramada en la cruz y purificados con el Agua que brotó de su divino costado. Y cuando mi oración surta efecto aquellos niños, ahora en el Cielo, serán mis eficaces intercesores. Y es lógico también que, primeramente, han de pedir por sus madres junto a las que anhelarán gozar con ellas en el Cielo.
    Nada de esto interesa al demonio pues lo suyo no es, desde luego, hacernos felices en este mundo; todo lo contrario, pues ya lo decían los santos ” el camino del infierno es ya un infierno”. Así qué cuanto menos se hable de estas cosas, mejor. No vaya a ser que a algún sacerdote se le ocurra invocar a estos mártires inocentes al comenzar la Misa, en la oración de la Preces o en la Plegaria Eucarística.
  17. Luego del juicio final, cuando se cumpla la resurrección de los muertos. ¿en que condiciones resucitarán estos niños? ¿tendrán conciencia ya?
    • Supongo que tendrán la misma conciencia que aquellos que ya nacidos murieron siendo bebés pero después de haber recibido el Bautismo, y prácticamente la misma que aquellos que fallecieron al poco de recibir la Primera Comunión.
      “Dejad que los niños se acerquen a mí” (Mt 19, 13).
      • Lamentó haber pasado por alto a los niños de Belén, de dos años para abajo, degollados por orden de Herodes y que desde entonces la Iglesia venera con el nombre de Santos Inocentes. Sumamente esclarecedor.
  18. Muy interesante la observación realizada por Marcos.
    Según las especulaciones ¿quienes están en el limbo ignoraran por siempre la existencia de Dios, y por tanto no añoraran a Dios?
    ¿Felices seres, de una distinta y fijada naturaleza, incapaz de ofender a Dios, pero sin sobrenaturalidad?
    Porque abra que agregar a la ecuación el dogma de la resurrección de los muertos y el juicio final que afirma la resurrección de todos, justos e injustos serán juzgados según sus obras.
    Es decir todos verán a Dios, unos verán al Redentor, otros verán al Dios justo que los sentencia al infierno.
    En la resurrección las almas del limbo verían a Dios, pero no podrían ser juzgadas por carecer de pecados personales.
    Haber sí alguien es tan amable de clarificar.
  19. Creo en la existencia del Limbo, y que al fin del mundo, sólo habrá Cielo o Infierno. Al fin del mundo, las almas del Limbo tendrán un pleno contacto con Cristo que les dará la gracia para entrar al Cielo.
  20. Padre Lucas Prados
    Queridos amigos:
    Por muchas de las respuestas que he podido leer (no todas), nos movemos más por lo que nos imaginamos o nos gustaría que ocurriera que por lo que el Magisterio de la Iglesia nos enseña y que aparece revelado en la Sagrada Escritura y en la Tradición.
    Como respecto al Limbo no hay nada revelado, lo único que podemos hacer es esperar. Conjeturar teorías sobre si ocurrirá ésto o lo otro no son más que opiniones subjetivas que no tienen valor alguno.
    Cuando uno da opiniones ha de fundamentarlas en principios teológicos y no en lo que a uno le gustaría que ocurriera. Tenemos que aprender a hacer teología, y no caer en el error protestante del “libre examen”. Ahora estamos acostumbrados a opinar de todo y en todo; y eso cuanto menos no es muy inteligente. Y en lo que respecta a la teología, las verdades de fe no son opinables.
    En cuanto a la existencia del Limbo, dado que no hay nada revelado, y que es una conclusión teológica para poder salvar los principios en los que se sustenta ir al cielo o al infierno, lo único que podemos decir es que:
    1.- No hay nada revelado del mismo.
    2.- Es una conclusión teológica para poder conjugar los elementos teológicos que están en juego.
    3.- Los niños muertos sin bautismo y sin pecados personales no pueden ir al cielo porque no tienen la gracia de Dios; pero tampoco pueden ir al infierno porque no tienen pecados personales. Los teólogos concluyeron de ello en la conveniencia de fabricar un lugar llamado limbo donde estarían esas almas.

    Hablar de visiones que tendrían los niños no bautizados donde se arrepentirían,o que en ciertas revelaciones privadas se ha dicho que…, no son más que teología ficción sin fundamento cierto, por lo que nunca podremos apoyar nuestros argumentos y razonamientos en esas cosas.
    Dejemos a los teólogos hacer teología. Y en cuanto a nosotros, si queremos hacer pinitos teológicos, estudiemos más una sana y seria teología, estudiemos el Magisterio de la Iglesia con profundidad, hagamos oración y luchemos por la santidad… Y si después de todo eso, sacamos algunas conclusiones, bienvenidas sean.
    P. Lucas
  21. Un Dr. en sana teología, nos explicó en una plática sobre el limbo, que Jesucristo es el Sacramento Primordial, por lo que los discípulos no tuvieron necesidad de ser bautizados. Como dice el Evangelio de San Juan, quedaron limpios por acoger la Palabra de Jesús. Luego nos explicaba cómo enseña San Pablo que todos estamos predestinados a la salvación, sabiendo que, aunque estamos predestinados, todos tenemos que trabajar para llegar al Cielo. También nos explicaba, partiendo de lo que se podía sacar de la teología positiva, la conveniencia y necesidad de la existencia del limbo para defender varios dogmas.
    Nunca nos dijo el nombre, pero que en cierta ocasión leyó una tesis de un teólogo irlandés, quién, basándose en la teología escatológica y lo que enseña el Apocalipsis sobre el fin del mundo, concluía que al en ese preciso fin del mundo, solamente habría Cielo o Infierno y que, en base a que Cristo es el Sacramento Primordial, las almas que estuvieran en el limbo, al tener ese contacto con Cristo, en la resurrección final, quedarían limpios del pecado original y recibirían la filiación divina-adoptiva para ir al Cielo.
    Personalmente, veo en su exposición un equilibrio coherente que mantiene la defensa de los dogmas aceptando la existencia del limbo, y da un final coherente con el ser misericordioso de Dios hacia esas almas, y que no es imposible y es conveniente, fundamentándolo en la primacía sacramental de Cristo.
    No soy un teólogo y sé que esta conclusión, es teología especulativa que parte de la positiva, pero, aunque la Iglesia no se ha pronunciado plenamente en una conclusión así, es muy interesante en el marco de la Sana Doctrina y en el perfil Misericordioso de Dios Padre, “que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.”
  22. ¿Es real el bautismo de deseo?
    Gracias